lunes, 25 de junio de 2018

Carta mensual a mis suscriptoras. Junio.

Querida compañera,

¿Cómo estás? Me gustaría escucharte y que me lo explicaras. O leerte, me gusta más leer que oír, me parece más profundo.

Yo para variar quiero contarte un poco mi vida, que aunque es una vida común, no me canso de disfrutarla y de sufrirla y con ello de aprender, y como compartir es crecer, pues aquí estoy :) 

Acabo de volver de un viaje cortito a York. No sé qué tiene Inglaterra, que para no gustarme ni su comida ni su clima ni muchas cosas, siempre me acaba atrayendo de una manera u otra. Me gusta porque tiene una personalidad peculiar. Es como esa amiga rara, que no sabes porqué pero te encanta. Si Inglaterra fuese una mujer su estilo sería vintage, algo desaliñada, y su casa sería la antigua casa de su abuela en la cual nada ha sido modificado, conservando su ambiente rococó, y donde todo lo moderno se ha ido acoplando donde cabía, mezclándose con lo viejo sin pudor, y quedándose ella tan ancha y orgullosa de su hogar. Íngla es así, y no piensa cambiar, ni siquiera mejorar sus defectos... y si no te pues gusta ya sabes.

Pues el tema de hacer un viajecito justo ahora vino porque Ori y yo tenemos ganas de tener otro bebé, y hace poco me vino la paja mental de “con lo que me a mí gusta viajar, si ahora nos ponemos a tener otro bebé ya no podré hacerlo en mucho tiempo, y no podré desconectar nunca de mis hijos y de mis labores bla bla bla…” lo cual es una verdad como un puño. Pero analizándolo bien, ¿realmente me gusta mucho viajar y necesito hacerlo? y la respuesta es NO. 

Lo que realmente me gusta es la idea de viajar, me gusta conocer otras culturas, salir, charlar, pasear, descubrir… pero cuando lo hago, con un día o dos tengo más que suficiente, y esta vez ha sido exagerado, al separarme de mi hijo de 2 años y medio (casi 4 días). Al segundo día ya sentía que había disfrutado del viaje y que ya era hora de volver con mi gordito. Tuve la clarísima sensación de que no había ningún motivo en el mundo por el que yo tenga que estar separada de él varios días, por muy a gusto que esté él con sus abuelas, tíos y primos, y por muy a gusto que pueda estar yo por ahí de parranda. No tenía cabida en mi cuerpo-mente-espíritu. It didn't feel right. Y no tiene nada que ver con culpa, ni con ser adicta al olor de mi bollito. Si me entiendes levanta la mano.

Además, el 99% de las veces que viajo me pongo enferma (soy un floripondio, quizá una orquídea...) y esta vez, que ya iba medio tocada, pues imagínate cómo he vuelto. Mejor no te lo cuento.

Total. Aprendizaje a poner en práctica (va para todas):

- Detecta las pajas mentales antes de actuar. Es fácil, suelen tener formato queja. A la que te pilles quejándote de algo, imaginando un posible escenario que te fastidia la vida... ahí tienes material del bueno, Mari Trini, no busques más.

Aprendizaje de esta experiencia concreta:
  1. No me encanta viajar ni necesito viajar “sin hijos”: Como mucho me encanta hacer una escapada de 1 día y me sienta fenomenal.
  2. Si soy un floripondio, pues soy un floripondio, así que más vale 1 día de confort que 4 días low cost. No pienso volver a viajar con Ryanair ni ir a lo barato en general, porque me acaba saliendo bien caro. Ay nena, te haces mayor... 

 Yo debería haber sido la reina de Inglaterra, toda rodeada de lujos y tacitas de té, pero si me he reencarnado en mujer de barrio hipersensible, pues es lo que me toca vivir. Y disfrutar. Y sufrir. 


Un abrazo,

Nadia

PD: Si te gusta el rollo británico te recomiendo muy mucho la serie: Outlander. Cart

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